Romance del enamorado y la muerte

Yo me estaba reposando
anoche como solía,
soñaba con mis amores,
que en mis brazos se dormían.
Vi entrar señora tan blanca
muy más que la nieve fría.

- ¿Por dónde has entrado, amor?
¿Cómo has entrado, mi vida?
Las puertas están cerradas,
ventanas y celosías.

- No soy el amor, amante:
La muerte que Dios te envía.
- ¡Hay muerte tan rigurosa,
déjame vivir un día!

- Un día no puedo darte,
- una hora tienes de vida.
Muy deprisa se levanta,
más deprisa se vestía.

Ya se va para la calle,
en donde su amor vivía.
- ¡Ábreme la puerta, blanca,
ábreme la puerta niña!

- ¿La puerta cómo he de abrirte
si la ocasión no es venida?
Mi padre no fue a palacio,
mi madre no está dormida.

- Si no me abres esta noche,
ya nunca más me abrirías;
la muerte me anda buscando,
junto a ti vida sería.

- Vete bajo la ventana
donde bordaba y cosía,
te echaré cordel de seda
para que subas arriba,
si la seda no alcanzare,
mis trenzas añadiría.

Ya trepa por el cordel,
ya toca la barandilla,
la fina seda se rompe,
él como plomo caía.

La Muerte le está esperando
abajo en la tierra fría:
Vamos, el enamorado,
la hora ya está cumplida.

Lucero

Brisa ante mí
Jugara con su pelo.
Huele a jazmín
Me dibuja su cuerpo.
Pasara ante mí
Como un sueño.

La oigo caminar
Y mi alma se asoma
Quisiera gritar
Pero un nudo me ahoga
No sabría que decir
A mi diosa.

Entre niebla surgió
Una luz que me habla
Me describe a mi amor
Y se va con el alba.
Jamás se fijara en mi
Jamás sabrá que existí
Jamás oirá este lamento
Que llevo tan dentro de mí

No sé como es
Aunque sueño su cara
Me muero por ver
Si con suerte hoy habla
Oír su tierna voz
Eso me basta.

Avalanch

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Olvidar

Las garras frias de la noche que me abrazaban
las tristes palabras que el viento me susurraba
y una caricia de la luna a falta del calor
de aquellas manos que serian una

Esto tenía aquella noche, esto y un poco de nada
llenos los bolsillos de sal recolectada
a lo largo de la noche, del tiempo, de la vida pasada
y un granito de alegria que se esfumaba
mientras las agujas del justiciero reloj
iban sesgando la vida

Triste de estar triste de estarlo
y a la espera de pasar este presente y olvidarlo.

-Javier López Rubio-

Son ellas

Esas lágrimas que mojaron un papel blanco
manantial de tinta y espejo del llanto,
aquellas, frío dolor, el otro, manto acogedor

Albergan en rotos y malheridos corazones
que sin ser amados son amantes
sin ser soñados son soñadores

Son como una brisa que recorre el valle
de la que su abrazo nadie vuelve
Son como fríos y dolorosos puñales
que se clavan en nuestros corazones

Son ellas las que cruzando el tiempo
escribieron los mas bellos y tristes versos
y siguen haciéndolo hoy en día
pues son atemporales autoras de poesía

Seran ellas, fieles compañeras,
musas deseadas aun siendo penas
quienes al final siempre abracen
a aquel solo y triste poeta.

-Javier López Rubio-

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Admite algo pronto y acabarás destrozado,
no lo hagas y acabarás de la misma forma.